Sin embargo para entonces mi sobrepeso era más que evidente y las burlas no se hicieron esperar. ¿Para qué quería comer más? ¿Quieres reventar? ¡Nadie te va a querer así de gorda!
Y lo que fue una fuente de placer se convirtió, nuevamente, en un infierno. No sé ni cómo terminé esos cursos; creo que lo hice con la amenaza de mi madre de que me castigaría si la hacía gastar dinero por gusto.
Con el tiempo regresé a esos primeros amores porque ya era hora que ayudara en la cocina. Y puedo decir que me defiendo bien en esos quehaceres.
Vuelvo a recordar eso porque hoy volví a la cocina después de mucho, mucho tiempo. Y volví a disfrutar cada minuto del proceso. El resultado fueron dos pasteles algo quemados pero hechos con mucho gusto y alegría.
Y así quiero seguir... volviendo a esas simples cosas que me hacen sentir bien.
No comments:
Post a Comment